lunes, 28 de abril de 2008

Niños, de Pedro Guerra y Julieta Venegas

Joder. Estoy documentándome sobre los niños de la calle por necesidad (exigencias de la universidad) y podría llenar botellas y botellas de mucha ira y estamparla sobre miles de millones de monederos llenos. Resulta que el 80% de estos niños son adictos al pegamento de base solvente. Esta industria, monopolizada prácticamente por empresas estadounidenses, obtiene su principal fuente de ingresos gracias a esta adicción. Voy a llenar una botella con la letra de una canción preciosa y ojalá la encuentre mucha gente:

A 30 pisos de altura frente a la playa de copacabana
La calle huele a humedad a fruta sexo bronceador cachaza
A 30 pisos de altura veo la vida que me mira y pasa
Bebiendo agua de coco frente a la playa de copacabana

Cuando den las diez no volveran a casa
Se quedaran ahi no volveran a casa
Cuando den las diez los niños de la playa
Se quedaran ahi no volveran a casa

Coro:
Como los coches luz de farola
Como los gatos y las baldosas
Como las tiendas y los buzones
Como basura por los rincones
Como los perros intentando vivir, viviendo

Desde la asfixia y la altura veo el temor de la ciudad dormida
Nada se intuye en el aire de la violencia en la que todo gira
Colombia avanza y el mundo no sabe nada y si lo sabe olvida
Y todo sigue girando morir al dia es parte de la vida

Niño del dolor que cuelga de los coches
Y aspira oscuridad crecida de la noche
Niño del dolor sin nada a que agarrarse
Perdido en la ciudad ya es parte del paisaje

Coro:
Como los coches luz de farola,
Como gatos y las baldosas
Como las tiendas y los buzones
Como basura por los rincones
Como los perros intentando vivir, viviendo

A muchas horas de casa miro la luz de la ciudad torcida
La inmensidad del df. la multitud que en el smog respira
A muchas horas de casaotra mirada nos observa y mira
Y la serpiente emplumada quedó atrapada y ahora es luz cautiva

Niño del dolor haciendo piruetas
A cambio de tener migajas o monedas
Niño del dolor que juega a hacerse grande
Ausente del amor ya es parte de la calle



martes, 22 de abril de 2008

Los comedores de patatas, de Vincent Van Gogh



Exhaustos, raídos, en penumbra, aislados y huesudos. Los comedores de patatas mastican por la noche el fruto que sus cuerpos trabajan por el día sin cruzar miradas ni palabras. Impresionismo barroco lleno de sombras de desgana, amarilleado por una bombilla de dignidad que pone al descubierto la miseria de los de muy abajo. Estos, y no principes ni damiselas, son para Van Gogh los protagonistas del mundo.

Me que con el de más a la izquierda, que apunta sus ojos saltones y acuosos hacia la mujer de la derecha -tal vez su madre-, de expresión resignada, de alegrías abatidas, que sirve humildes cafés. La mira con una voz amarga, de fondo frustrada, y parece que piensa: no es esto lo que te correspondía, mamá.

En el centro, pero menos alumbrada que ninguno, una niña, hija tal vez de alguno, de figura opaca, relata con su nuca y con su espalda el cúmulo de fatigas de otra noche de patatas, el destino preasignado de la hija del desfavorecido.

P.D.: si me visitais, sed benevolentes y soltadme un comentario, que me hace ilusión saber que mis botellas no se pierden por el fondo de algún sitio.

lunes, 14 de abril de 2008

La aurora de Nueva York, de García Lorca

El mito de Lorca no arranca sólo de sus innovaciones en teatro o poesía, y tampoco exclusivamente del símbolo que encarnase a raíz de su fusilamiento. Lorca es genio porque supo ver en calidad de poeta el potencial lírico-dramático-poético de la Andalucía de campo. Supo destilar todos los lamentos del flamenco y de lo común andaluz y aplicarlo a poemas tan cosmopolitas como el siguiente (y mi favorito):


La aurora de Nueva York tiene

cuatro columnas de cieno

y un huracán de negras palomas

que chapotean las aguas podridas.

La aurora de Nueva York gime

por las inmensas escaleras

buscando entre las aristas

nardos de angustia dibujada.

La aurora llega y nadie la recibe en su boca

porque allí no hay mañana ni esperanza posible.

A veces las monedas en enjambres furiosos

taladran y devoran abandonados niños.

Los primeros que salen comprenden con sus huesos

que no habrá paraíso ni amores deshojados;

saben que van al cieno de números y leyes,

a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.

La luz es sepultada por cadenas y ruidos

en impúdico reto de ciencia sin raíces.

Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes

como recién salidas de un naufragio de sangre.


martes, 1 de abril de 2008

Masa, de César Vallejo

Esto es, sin duda, un verdadero poema de amor. Es, quizá, el poema de más amor que pueda escribirse. No sostiene el amor de un fulano hacia una fulana, ni siquiera el de un fulano a toda la humanidad, sino que va más allá todavía; sostiene el amor de toda la humanidad por un fulano.

¡Habrá tantos que piden del grito de la humanidad para no seguir muriendo...!

De labios de Leonardo Sbaraglia todavía impone más:



MASA

Al fin de la batalla,

y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre

y le dijo: «No mueras, te amo tanto!»

Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Se le acercaron dos y repitiéronle:

«No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!»

Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,

clamando: «Tanto amor, y no poder nada contra la muerte!»

Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Le rodearon millones de individuos,

con un ruego común: «¡Quédate hermano!»

Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Entonces, todos los hombres de la tierra

le rodearon; les vió el cadáver triste, emocionado;

incorporóse lentamente,

abrazó al primer hombre; echóse a andar

-César Vallejo-

De vuelta

¡Qué vergüenza! Más de un mes sin aparecer por mi blog. Lo sorprendente es que las visitas han crecido. Toc, toc, toc ¿quién anda ahí entrando en mi blog? Ya sé que la de los rizos se pasea por aquí de vez en cuando (un beso), pero debe de haber más gente. En fin, como nadie escribía comentarios empecé a hacerle ascos a la botella, pero ya estoy un poco náufrago y vuelvo a lanzar mensajes (espero que me dure la intentona)

Saludos a los que lean,

Un lanzador de botellas cualquiera