sábado, 25 de octubre de 2008

Mi abuela y el tercer mundo


Predata: aquí debería ir una foto de mi abuela, pero la señora es muy coqueta y no permite retratarse.


Por desgracias y derivados, mi abuela ha aterrizado en mi casa durante algunos días. La desgracia no es mi abuela, ni mucho menos, sino el origen de que esté por casa, pero bueno, nada que no se haya escrito antes.


La cosa es que mi abuela, con la edad, no está de momento perdiendo facultades mentales sino ganándolas, y ha ganado la facultad de no parar de hablar ni debajo de agua. Al menos la señora se deja aparcado el amor propio y no se duele si, mientras hablas, le asientes con la cabeza aunque, con la cabeza que asiente, estés pendiente de cualquier otro asunto.


La otra cosa es que ahora está en una etapa de verborrea autobiográfica de posguerra que consigue centrar toda mi atención. Cuando habla de su infancia, no reproduzco asentimientos automáticos sino que juego a entrevistarla sin que se note: me sobrecoge la idea de que mi abuela, que sólo me lleva dos generaciones, haya sido una auténtica tercermundista por definición.


La guerra estalló cuando ella tenía cinco años. Era de las mayores de su casa y tuvo que dejar la escuela, por lo que a día de hoy, es analfabeta. Su padre, republicano y miembro de algún movimiento, fue encarcelado durante años hasta que consiguió escapar y huir hasta pasados bastantes más años. Su madre, sola, republicana, y cargada de pequeñeces, no supo hacer otra cosa que deslomarse trabajando, y sus hijos, pasar hambre.


Mi abuela recuerda cómo los guardias civiles llegaban, entraban en su casa e interrogaban a su madre con una escopeta apuntándole al pecho. Recuerda huir despavorida de un señor que era un mendigo y que se coló en su casa, pero que resultó ser su padre, que había venido a visitarlos con el mayor de los secretos.


A los 12 años, mi abuela, que había pasado varios años viviendo entre varios familiares en mejor situación, harta de cenar platos vacíos, se vino a Sevilla capital a trabajar como asistenta interna para una familia rica, que, eso sí, la trató bien, cuenta. El sueldo se lo enviaba íntegro a su madre, y cuando pasaba por delante de los escaparates, no miraba para no saber lo que no podía comprar. A los 19 años, enferma de los riñones, según ella, de lavar a mano toda la ropa de la casa de su señora, se volvió al pueblo, cuando ya, en los 50, algo había mejorado la situación, vestida con ropa cara que las hijas de su señora desechaban y que ella arreglaba por las noches cuando terminaba de recoger la cena de los señores.


Yo, su nieto, de 22 años, con coche propio, estudios superiores casi terminados, portátil y pesadez de estómago frecuente por glotonerías diversas, no consigo asimilar que la señora rechoncha que habla ahí sentada, haya vivido todo eso y siga ahí, enhiesta, madre de ocho hijos y pendiente de no molestar.

domingo, 12 de octubre de 2008

Los límites de mi imaginación y el Socialismo para ricos


Quiero expresar, primeramente, que soy incultísimo en el campo de la economía, que conozco cuatro conceptos básicos que me mantienen a flote cuando leo el periódico y que a veces ni siquiera estoy seguro de si me dan bien la vuelta cuando pago. Esta actualización, de hecho, es casi más una consulta a experto (altruista y aburrido) que se ofrezca a explicarme todo este circo y que me diga que las difamaciones con las que me dispongo a emborronar esta botella sean someras mamarrachadas. Pero por otro lado, este es mi naufragio, y una de las ventajas de ser náufrago es que yo hago y deshago como me viene en gana.

La cuestión es que, será mi optimismo, mi inocencia o lo que quiera que sea, pero jamás soy capaz de anteponerme a las nuevas eras: nunca consigo imaginar los nuevos órdenes mundiales, ni pienso que sea posible que surjan nuevos conflictos. En el peor de los casos, pienso en un colapso y en un volver a empezar armonioso y hermanado de los pueblos y utopías varias. Y por este aspecto mío, por esta cortedad, jamás iba a imaginarme yo que cuando el neoliberalismo colapsara, se estrenaría el Socialismo para ricos. Me quedé perplejísimo cuando vi que Bush proponía regalar 700 000 millones de dólares a megaempresas en quiebra que meses antes y en los años pasados habían estado hinchando burbujas especulativas a pleno pulmón, pero lo que ya me dejó de un estupefacto irrecuperable fue que Obama, la “izquierda” estadounidense, la esperanza negra, el cambio personificado apoyara a su enemigo acérrimo.

Además, pensé, 700 000 millones de dólares no serán ahorros personales del presidente, ¿no? Digo yo que eso saldrá del dinero de muchos, muchísimos contribuyentes de a pie; contribuyentes de a pie que no disponen de seguridad social ni de grandes protecciones colectivas.

En mis nociones básicas, tenía entendido que W. Bush era un fiel seguidor de la desregularización más radical del mercado, y pensé que lo mismo el de Texas había malinterpretado a Marx en sus lecturas nocturnas, pero que acciones tales sólo tendrían cabida en los exageradísimos Estados Unidos. Pero no, de nuevo mi imaginación se quedó corta: el Reino Unido semi-nacionalizó lastimeras empresas arruinadas y a paternalismos similares se han aventurado Canadá, China y, por último, toda la Eurozona al alimón.

Yo debo de ser muy poco leído, o algo debe fallarme, pero de primeras me sale un juicio de lo más popular: las clases bajas y medias estamos pagando vía impuestos y fondos públicos la avaricia de los más ricos, que cuando no estaban en crisis, nos exprimían los bolsillos a base de vivienda, hipotecas, combustibles... , que siguen haciéndolo, y que, para más INRI, se están re-enriqueciendo con todo este lío.

Y ya termino esta reflexión espontánea, sin base científica ninguna. ¿No resultaba imposible reunir dinero para salvar al tercer mundo del hambre? He leído que con una décima parte del plan estadounidense se erradicaría la pobreza. ¿Qué no se conseguiría con las insuflaciones del resto de países? Definitivamente, o yo soy muy corto, o el mundo está dominado por una panda de soberanos hijos de puta (sin perdón por la palabra) que se ríen en nuestra cara mientras nosotros pagamos los platos rotos, los pobres de verdad se siguen muriendo y los ricos son abrazados por papá-Estado cual hijo pródigo.

P.D.: necesito explicaciones, estimados recogebotellas.

miércoles, 8 de octubre de 2008

Agenda, por J. M. Rodríguez (o sea, un servidor)

Por increible que parezca, en mi naufragio también existe el principio de curso, la vuelta al trabajo y el poco tiempo para actualizar, así que tiro de material inédito que escribí en algún momento a la deriva.

07:00 Ruge el de las manecillas. Te increpa.

Te vistes: te abrochas los zapatos

te abrochas el pantalón

te abrochas la camisa

la corbata

la chaqueta


07:30 Te abrochas el cinturón. Los alógenos se encienden solos. ¡Qué buena compra! ¡Qué bien luce en los atascos!


07:35 Atasco. Sacas la barrita de muesli multiviaminada. Te bebes el café instantáneo autocalentable. Te repasas con la afeitadora con conexión al mechero mientras la mañana suena en la voz de un locutor: hoy todo es como ayer pero con un día más de crudeza

desatino

desafuero

desavenencia

desvarío


08:30 Buenos días. Buenos días. Tiene 17 correos nuevos. Me abres, me arañas el día de hoy, me garabateas las esquinas mientras hablas por teléfono: sí, ok, bien, ok, de acuerdo, jaja, un saludo. Me arañas una reunión dos días más allá. Tata, ta, tatatatá, ta, tatatá. El cenicero no puede más.


11:30 Pausa-café


11:45 Orden del día. Habría que hablarlo. ¡Hombre, claro! Eso hay que tenerlo siempre en cuenta. Apretón de manos, apretón de manos, apretón de manos.


14:00 Hora de comer. ¡Aaahh! Hora de comer. Blablablablablablabla. Allí parece que hay una mesa libre. Un menú. Te desabotonas las mangas y te aflojas la corbata, en un heroico acto de osadía que demuestra quién es el que manda. Primer plato, segundo plato, postre, café, bien cargado. Pastilla para el estómago. Gragea para el mal aliento con agentes blanqueadores. Te reabotonas, te reaprietas. Me sacudes, me tachas la mañana. Repasas los documentos: todo en orden, todo en orden, todo-en-orden.


16:00 Ring-ring, ring-ring-, ring-ring. Tatá, tatatá. Error al enviar... Tata, tatatá...


20:00 Hasta mañana. Hasta mañana. Arrancas.


20:45 Hola, cariño. Hola, cariño. Ducha.


21:00 ...en una increíble jugada, el delantero se deshace del defensa, va a tirar a puerta, va a tirar, va a tiraaaarrrrrrrrrr y ¡uyyyyyyyyyyy!


23:00 Estoy muerto, me voy a la cama. Buenas noches, buenas noches. Me desgarras el día de hoy. Apagón


P.D.: ya que has leído hasta aquí, ¿qué trabajo te cuesta un par de palabritas de aliento (fresco)?