martes, 20 de octubre de 2009

Teresa Forcades y la Gripe A


A estas alturas serán muy pocos los que todavía acepten que el Apocalipsis ha llegado. Esta vez, como con la gripe aviar, las vacas locas... tampoco vamos a morir todos ni meterán a un selecto grupo de humanos en una cápsula interestelar para retomar la especie pasada la hecatombe. Ya no, ya parece que la alarma social (verdadera pandemia) empieza a dejar de sonar.

Entre los muchos defectos de los náufragos, uno es que siempre estamos a la caza de la teoría conspiratoria más descabellada, las coleccionamos. En cambio, esta vez embotello las palabras de Teresa Forcades, una eminencia de la medicina, “una activista con hábito” que desbarata esta grandiosa leyenda urbana llamada Gripe A sirviéndose de la ciencia y de la razón, y que no sólo la desbarata sino que nos cuenta noticias de las que no salen en los telediarios pero que son radicalmente reveladoras sobre los organismos que nos gobiernan (ONU, OMS, gobiernos...)

Es un documental de casi una hora, entiendo que no todo el mundo tiene una hora al día para dedicarse, y que, si la tiene, no estará aquí metido todo ese tiempo, pero recomiendo encarecidamente que se vean hasta los créditos, aunque sea por trocitos.

CAMPANAS POR LA GRIPE A from ALISH on Vimeo.


martes, 13 de octubre de 2009

Benedetti y mi secreto


Casi cinco meses son ya los que van a cumplirse desde que Benedetti guardara su bolígrafo para no sacarlo más. Aunque esta muerte sea, como escribiera él, uno de los absurdos previsibles, aún me acuerdo a veces, náufrago y solitario, y lo echo en falta. Claro que, en este caso, no hay pena que no arregle mi estantería de los libros.

Afortunadamente, él no sabe nada de lo que digo a continuación. Y como Dios no ha dado señales de vida, tampoco creo que Benedetti esté ahora leyendo esto desde ningún cielo. La cosa es que yo, rabioso en su momento, le dediqué unos versos lamentables (como todo lo que escribe un náufrago) cuando supe la noticia.

De pronto desconozco las razones por las que voy a hacer lo que voy a hacer, porque los náufragos somos extremadamente celosos de las porquerías que escribimos, pero de pronto tengo una tendencia imparable a lanzar una botella con mi precario réquiem. Espero que los recogebotellas me sepan perdonar.


“Si cada hora nos espera con su muerte

si el tiempo es una cueva de ladrones”

−Mario Benedetti−

No me lo esperaba,

la verdad que no me lo esperaba,

¡mira que morirse a estas alturas!


Podría haberlo sospechado de otro

más dado a la autocomplacencia,

pero de usted, siempre al servicio de algo

siempre en los gritos de alguien...

la verdad que no me lo esperaba.


De usted, que medicó tantas veces

en patologías del alma

que consumió bolígrafos

en pro de la esperanza,

de usted y sus pupilas,

de su grave bigote,

de su punzante instancia

no me lo esperaba.


Si al menos hubiese anunciado:

−Oigan, me voy. Ahí quedan mis palabras.

Pero no. Hubo de marcharse ruin

de la noche a la mañana.


Ya le digo.

Hubiera sospechado de algún otro

inclinado a la escapada,

pero de usted, siempre en los huesos del mundo

siempre en la mano que allana...


De usted, que quemó las naves,

que lanzó botellas,

de usted y su Ángelus

y su Hagamos un trato

no me lo esperaba


Don Mario, no espere

−y con esto ya concluyo−

remisión o sucedáneos,

pero al menos un gesto le honra,

una humilde filigrana:

he visto que ha esparcido

versos por mi almohada.


P.D.: este náufrago necesita de vuestros comentarios para no perecer en su isla. Gracias.

sábado, 3 de octubre de 2009

Gasset y la Pantoja


El pobre Ortega y Gasset se pasó largos años definiendo al hombre-masa, advirtiéndonos del entonces recién estrenado tipo de sociedades en que la gran muchedumbre era consciente de su actitud gregaria y no tenía complejos por ello, se sentían cómodos en la banalidad, en el camino principal, aunque este no condujera a ninguna parte. Advirtió también de que llegaría el momento en que los gobernantes de los países serían los hijos de estas generaciones-masa, y destacarían por llevar a cabo políticas de remiendos que no acataban los problemas de raíz sino que los disimulaban y escurrían el problema hasta que, más adelante, volviera a aparecer crecido, o incluso insalvable.

Apuntó a la educación de la masa como única solución, ya que es la muchedumbre la que en realidad decide la historia, y no las minorías intelectuales. La función de estos últimos no era, para Gasset, la de arrinconarse en una torre de marfil sino salir a elevar el conocimiento del hombre medio.

Pero claro, en los tiempos de Ortega, esa tarea no era tan fácil como podría serlo hoy en día. En los tiempos de La Barraca, no había mass media tan mass media como los de hoy, no existía la televisión doméstica, ni internet, ni las listas de correos electrónicos ni prácticamente ninguna de las vías que en esta engañosamente llamada “era de la información” tienen mayor alcance social.

Pero si el pobre Ortega y Gasset volviera, moriría del asco a los cinco minutos de sentarse a ver la televisión. Lo de la prensa del corazón lo tengo medio asumido: hay gente con una vida tan miserable que considera enriquecedor escuchar las miserias de otra persona que se enriquece mientras tanto. Una especie de retroalimentación triste y chabacana que ahí está, vale.

Pero lo que últimamente me tiene las venas hinchadísimas es esta oleada de biopics de salir del paso que emiten nuestras cadenas, normalmente, en dos o tres capítulos. Primero fue Marisol, le siguió Franco, Lola Flores y ahora ha sido el turno de la Pantoja. En estas películas, buscan actores extraordinariamente parecidos, le ponen diálogos a las intimidades de estas personas, y ponen musiquita comprometida como fondo de las escenas más morbosas de sus respectivas vidas. Las proezas (si es que las hay) o los acontecimientos públicos por los cuales se hicieron célebres pasan a un segundo plano. Aquí, a diferencia de lo que ocurre en la prensa del corazón, sí que hay una inversión más o menos amplia en producción, casting, ambientación, promoción... Las emiten en horario de máxima audiencia y las publicitan a bombo y platillo al menos un par de semanas antes.

Y entonces es cuando yo y mis ilusas utopías nos preguntamos: ¿¿¿acaso no ha dado este país personas más merecedoras de un pseudo-film sobre su vida??? ¿¿¿acaso no cuesta lo mismo contar la vida de Vicente Ferrer??? ¿¿¿acaso no nos conocíamos ya al dedillo la vida de las cuatro folclóricas de turno??? ¿¿¿acaso es justo o necesario retratar a Franco como un buen padre y un buen marido???

Y son líderes de audiencia con cada una de ellas, y al día siguiente, en la carnicería de mis padres, todas las señoras opinan sobre Lola Flores como si la conocieran de toda la vida, y hacen juicios de conducta y dicen qué guapa era, pero no les preguntes por Mariana Pineda.

Y sí, ya lo sé, la vida de Ramón y Cajal no tiene montañas rusas, por tanto, no interesa y, por tanto, no da dinero, pero al menos ahora ya estoy más desahogado.