lunes, 1 de diciembre de 2008

Das Experiment y la exclusión social


Ayer vi por segunda vez, aunque de la primera hacía muchísimo, una gran película que probablemente hayáis visto que responde al nombre de Das Experiment o El experimento. Este filme es una puñetera máquina de plantear reflexiones sobre cuatrocientosmil asuntos diversos, desde la condición humana hasta los efectos de traumas infantiles. En cambio, tal vez por mi condición de náufrago, a mí me arrojó luz sobre el tema de la exclusión social y la actitud de los no excluidos, o sea, los excluyentes.


En la película (no voy a revelar nada trascendental), un grupo de hombres de diversas características deciden someterse a un experimento: la simulación de una cárcel. A varios se les otorga el rol de guardia mientras que a otros les corresponde ser presos. Desde el primer momento de esta diferenciación, en la que, obviamente, los guardias tienen mayor prestigio que los presos, estos segundos buscan ridiculizar a los guardias, que, sintiendo la provocación y sintiéndose menoscabados, aseveran su actitud.


De pronto vi montones de paralelismos en la sociedad en general, en la que los grupos excluidos (por ejemplo, chabolistas, que es el más extremo, y, sobre todo, niños y jóvenes) suelen amedrantar e insultar a los miembros de la población no excluida, que ellos perciben como “excluyente”. ¿Por qué? Porque en nuestra naturaleza animal, la lucha de poderes está presente a todos los niveles, y el grupo excluido necesita reafirmarse y atacar, de manera consciente o inconsciente, al grupo de éxito y de prestigio, en el fondo, como protesta y ante la necesidad no cubierta de sentirse “dentro”.


Por otro lado, el grupo de prestigio (los guardias en la película), es decir, las clases medias, altas, e incluso bajas con cierto nivel de aceptación, como respuesta ante los ataques de los excluidos, se dejan crecer los tópicos y las tachaduras contra los atacantes.


Por supuesto, de este mecanismo no es consciente la ciudadanía de a pie, que se reduce a “es que los gitanos” y “¡mira la paya!”. En cambio, uno de los que hace de guardia, que parece no perder la cordura, aunque cumple su función, no soporta que sus compañeros vejen y humillen a los presos, tratándolos, pues, de tú a tú, en calidad de personas y con amabilidad, ante lo que los presos responden positivamente.


Con esta botella no quiero ni de lejos justificar el hecho de que los excluidos insulten, roben, pinchen la luz y no declaren. Con esta botella pretendo hacer ver que problema parte de algún punto y que, conociendo el transcurso, quizás ahorraríamos conflictos. Son muchas las ocasiones en las que gente se dirige a gente no como de persona a persona sino de status a status, olvidando que el peor de los delincuentes (sin que intervenga ningún problema sicológico, claro) tiene un fondo humano, un apartado valorable que está por encima de su rol social y desde el que posiblemente nos entendamos.

7 comentarios:

Joselu dijo...

Esta reflexión es especialmente útil en las relaciones entre profesores y alumnos. Probablemente en las provocaciones que recibimos como profesores -para llamar la atención, distraer, o hacer gracia- muchas veces sólo es una cuestión de lucha de status sociales: el alumno contra el profesor. Por ello es interesante llenar de contenido humano esa relación para no entrar de lleno en el conflicto social sin lenitivos.

Anónimo dijo...

En primer lugar, debo decir que si no hubiera visto la película habría considerado que cuentas demasiados detalles jajá... pero bueno, de todas formas merece la pena verla.

Estoy totalmente de acuerdo con Joselu, tu reflexión es 100% aplicable a los jóvenes "conflictivos" de instituto, aunque claro está, una cosa es comprender por qué se rebelan y otra muy distinta, tener la capacidad de torearles y salir triunfoso de la tarea.

El lanzador de botellas dijo...

Claro, Sara, pero el torearles difícilmente se consiga sin saber qué pasa. Además, Joselu, en los alumnos en concreto, el más prestigioso es el que más estropicios consigue, aunque el resto pueda no aplaudirle los daños, todos están dispuestos a admirar, o al menos, a no condenar lo que hace el más gamberro. Es decir, el más gamberro no es más que una especie de líder en esa "lucha", como el protagonista de la película.

Anónimo dijo...

Bueno, he estado leyendo sobre tu interesantísima botella, y por mi parte he investigado un poquitín. Me he leído el experimento entero de la Universidad de Stanford, del que ya había oído hablar pero que nunca me llamó demasiado la atención. Lo he leido de aquí, por si os interesa: http://www.prisonexp.org/spanish.

Me llama muchísimo la atención como un grupo de psicólogos son incapaces de detectar comportamientos como los que se dieron en esta cárcel simulada. Ahora es cuando más me planteo: ¿Será verdad que el poder corrompe a los poderosos o a los excluyentes?

¿Será nuestra realidad una cárcel en la que estamos presos ? ¿ Pensarán eso los críos conflictivos ? ¿Se sienten oprimidos por otros y por esto reaccionan ?

Como dice mi maestro de Sociologia: A plantearse !

Gracia por la botella !

El lanzador de botellas dijo...

¡Guau! ¡Qué interesante, buscador de corazones! No sabía que esto se había hecho en la realidad. Así sí que no hay inventiva de la ficción por ningún lado.

¡Gracias por el vínculo!

Anónimo dijo...

De nada!

Anónimo dijo...

Oye se que no viene a cuento pero me gustaria que leyeras esta Prosa poetica :
http://paramiescritura90.blogspot.es/1228309620/Prosa-Poetica/


Ciaoooo