domingo, 11 de enero de 2009

Las pastillas y el Vaticano


Cuesta trabajo no rellenar otra botella con la actualización del conflicto palestino-israelí, aunque no es que pueda hablarse de actualización, porque nada ha cambiado, ni planes hay como para creer que vaya a hacerlo.

Así pues, otro tema que últimamente está dando que embotellar es la trayectoria de esta importante multinacional que ya no sabe qué inventar para salvarse de su crisis (que dura decenios ya). Esta multinacional de la que hablo se hace llamar Iglesia, con sede en la Ciudad del Vaticano.

Antes de ponerme corrosivo, me gustaría aclarar que tengo mucho en contra de la jerarquía eclesiástica, del papel de las religiones (y, sobre todo, la católica) en el devenir del mundo y de los fundamentalismos de toda clase. En cambio, me despiertan admiración cristianos de corazón, los que nadie conoce, los que fuman, beben y hacen el amor y siguen al Cristo que ellos valoran, al Cristo transgresor, violento con la hipocresía, con las medias tintas, anarquista, feminista y libertario que, habiendo existido o no, introdujo en la Historia la lucha por la igualdad y por el respeto, el amor sobre todas las cosas y el rechazo a quienes ponen todas las cosas sobre el amor.

Ahora sí. Resulta que la última (o penúltima, porque cada día tienen algo que callar) es que, según un estudio científico realizado por el Vaticano, la píldora anticonceptiva tiene consecuencias devastadoras para el medio ambiente, además de ser una de las causas principales de la infertilidad masculina.

Ante ello, uno se pregunta... ¿cómo? ¿qué? ¿por dónde? Resulta que al orinar, las mujeres que se toman la píldora liberan hormonas que contaminan las aguas, que, a su vez, beben los hombres del mundo, quedando así esterilizados. Y esta es prácticamente toda la información que se ofrece en el artículo que contiene los resultados del estudio, lanzado en el periódico vaticano L’Osservatore.

Además, Simón Castellví, director del estudio, concluye que la píldora viola al menos cinco derechos fundamentales: salud, información (?), educación (?), derecho a la vida y, dejo para el último el más gracioso, paridad de géneros, porque, según ellos, el consumo del anticonceptivo recae sobre la mujer.

Señores del Vaticano, varios puntos. Primero, a lo mejor todo eso tiene algo de verdad, pero me parece a mí que un solo vuelo transatlántico (que, por ejemplo, realiza el Papa) contamina más de lo que pueden contaminar todas las píldoras del mundo.

Segundo, dice el refrán que uno ve antes la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio, y ustedes tienen una viga tremenda si piensan que la píldora es machista. Creo que el feminismo nunca se les ha dado bien, porque, aunque vistan faldas (lo cual envidio, sinceramente), ustedes han relegado y relegan a la mujer, no a un segundo plano, sino al último. Sus estructuras son tan machistas que la mujer no ha podido iniciar la emancipación hasta que ustedes no dejaron de tener más poder que los reyes y los presidentes (a Dios, gracias).

Tercero, por suerte existen métodos anticonceptivos accesibles y eficaces que ayudan a que en el amor no se interpongan los embarazos no deseados, lo cual crispa, divide y dramatiza hasta a los corazones más puros.

Cuarto, no me sean demagógicos que me rasgo las vestiduras. En su lucha contra la liberación del ser humano atacan a los anticonceptivos con el precepto de moda: el daño al medio ambiente, ¡vamos, hombre!

Quinto, (y este quinto es el más extremo) el ser humano es la peor plaga que el planeta ha sufrido jamás. Tal vez las hormonas procedentes de la píldora que se liberan a través de la orina contaminen, pero, seguro, están evitando el nacimiento de millones de seres humanos del primer mundo (donde se consume la píldora) que, en su conjunto, contaminarían y afectarían infinitamente más al planeta, aumentarían la demanda, alimentarían el capitalismo y acapararían más riquezas de las que ya acapara occidente.

Como dicen los autobuses ateos:

Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta de la vida.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

El Vaticano ya no sabe qué hacer. Las mujeres de la jerarquía católica permanecen en la más absoluta sombra, obrando bien, ayudando, vestidas con burkas y, por supuesto, sin poder ni influencia ni voz ni voto.

Por otra parte, gracias Señor Papa por preocuparte por el machismo intrínseco de los anticonceptivos, pero nadie les ha dado vela en este entierro que es la lucha feminista y, sinceramente, prefiero sufrir este machismo a estar anclada a ocho churumbeles o padecer el sida por seguir sus consejos de no usar condón.

La razón flagrante por la que estos señores se muestran tan preocupados por la fertilidad de los hombres y por el cabezoneo de las mujeres a poner medios contra embarazos no deseados no puede ser otra que cuantos más niños nazcan, más cristianos potenciales para perpetuar sus puestos de poder. Pero qué lejos están ustedes de las enseñanzas de Jesús. Si volviera los ojos hacia nosotros les echaría de los templos como mercaderes que son.

He dicho.

Miguel Ángel Velasco Serrano dijo...

Buenas cinco réplicas contra una mala argumentación. Podrían tener razón, pero con tales alegatos la pierden de entrada.

Tú sigue tirando botellas al mar, que ya las iremos encontrando…

El lanzador de botellas dijo...

Admiro a los cristianos como usted, Miguel Ángel. Un saludo.

Anónimo dijo...

No entiendo que tiene la religión en contra de cualquier método anticonceptivo pues si acusan a la pastilla de machista, ¿de qué acusan al preservativo para que no sea usado?? de feminista porque nos lo ponemos los hombres?