lunes, 9 de febrero de 2009

Nosotros y un objetivo


Hace un mes que no escribo. En el mundo civilizado, es época de exámenes, estrenos estelares de mi banda de música y demás ocupaciones. Nada me inspira (confianza) y hasta mi isla intocable me parece un lugar inseguro.

Resulta que hay ocasiones en que el suelo se me tambalea, las cosas crujen a mi alrededor y de pronto aparezco en un nuevo escenario en el que nada es lo que parece. Me siento como Bernard Marx en Un Mundo Feliz, acongojado ante la idea de que si yo soy el único cuerdo, puede que, en realidad, sea el único loco. El ser humano (como soy náufrago, me exime) es capaz de fenómenos tan magnánimos como la música, un fortuito acuerdo que produce la creación de sentimientos mediante sonidos recolocados, ¿no es maravilloso?

Pero, también, el mismo ser humano es capaz arrastrar a su misma especie a la extorsión más feroz, de crear dioses que se vuelven contra él mismo y de autolesionarse, ¿no es tenebroso?

El ser humano es capaz de ridículos tan estrepitosos como la creación de todo un sistema de conjeturas y acuerdos unilaterales que, de tanto crecer, expandirse y liberarse, ha llegado a devorar a sus mismísimos creadores: mercado de valores, finanzas, sistema crediticio, las leyes de oferta y demanda... Son varias las formas de titular a este dragón, pero detrás de todas ellas sólo existe nuestra firma.

Y los ejemplos de insensatez son también locales y de rabiosa actualidad. Nos martillean las sienes para que protejamos el medio ambiente, nos culpabilizan de las inundaciones, de la pobreza del tercer mundo, de los excesos de occidente. Ahora nos culpabilizan de la crisis, de nuestra falta de voluntad para salir de ella, y nos invitan a consumir más, a gastar, aunque ello revierta muy negativamente en las tortugas verdes o en los yacimientos de coltán.

Nos hablan de lo acobardado que está el terrorismo internacional, y de lo escondido que vive Bin Laden entre piedras, pero la ONU es incapaz de poner orden y reprender a gente que ni siquiera se esconde para cometer atrocidades.

...

Y, al final, ¿qué?

Una vez un amigo me dijo que si existe algún dios, nos concibió para terminar con el planeta Tierra.

4 comentarios:

Joselu dijo...

Te echábamos a faltar, amigo, y ahora vuelves con este post, inspirado en la orgía de exámenes, tu banda de música, y el crujido inmisericorde de la realidad del mundo cuando se agita en medio de una crisis cuyo alcance, origen y consecuencias no se alcanzan a ver. Los listos que tuvieron una responsabilidad mayor ahora se retiran a sus paraísos deshojados a esperar nuevas oportunidades de enriquecerse mientras los demás lidiamos con lo que nos han dejado, añadido a nuestros temores y complejos de culpa. Ellos no tienen complejos, ni sentimientos de pesar. Me gustaría saber quiénes son ellos o también si forman parte de nosotros. Buen ritmo y buenas canciones, amigo.

El lanzador de botellas dijo...

Hombre, muchas gracias por lo de echarme a faltar. No son ya los entresijos de la crisis lo que no entiendo, sino la mismísima existencia y razón de ser de todas las cosas.

En fin, se me pasará en un par de discos.

Por cierto, Joselu, ¿qué pasa con los cuadernos de África?

Joselu dijo...

Llevar dos blogs con dignidad es una tarea que es incompatible con un trabajo, la familia, las lecturas... Me engañé en cuanto a mis posibilidades. Cuadernos de África requiere un trabajo de investigación importante, así como contestar a los que me escriban comentarios, leer lo que escriben. Demasiado, inabordable, tú sabes lo que cuesta mantener un blog con regularidad. Esa es la explicación. Recibe un cordial saludo.

Anónimo dijo...

Escuché una vez la frase: "el problema de la raza humana es la raza humana".

Si a eso le sumamos las experiencias del día a día, llegas fácilmente a la conclusión de que los problemas comienzan desde que hay más de una persona en el mundo.

Pero hay que ser optimistas. Lo que no recuerdo ahora mismo es por qué. Pero hay que ser optimistas... :)

Yo también me alegro de tu retorno.

Un Vandaluz