martes, 13 de octubre de 2009

Benedetti y mi secreto


Casi cinco meses son ya los que van a cumplirse desde que Benedetti guardara su bolígrafo para no sacarlo más. Aunque esta muerte sea, como escribiera él, uno de los absurdos previsibles, aún me acuerdo a veces, náufrago y solitario, y lo echo en falta. Claro que, en este caso, no hay pena que no arregle mi estantería de los libros.

Afortunadamente, él no sabe nada de lo que digo a continuación. Y como Dios no ha dado señales de vida, tampoco creo que Benedetti esté ahora leyendo esto desde ningún cielo. La cosa es que yo, rabioso en su momento, le dediqué unos versos lamentables (como todo lo que escribe un náufrago) cuando supe la noticia.

De pronto desconozco las razones por las que voy a hacer lo que voy a hacer, porque los náufragos somos extremadamente celosos de las porquerías que escribimos, pero de pronto tengo una tendencia imparable a lanzar una botella con mi precario réquiem. Espero que los recogebotellas me sepan perdonar.


“Si cada hora nos espera con su muerte

si el tiempo es una cueva de ladrones”

−Mario Benedetti−

No me lo esperaba,

la verdad que no me lo esperaba,

¡mira que morirse a estas alturas!


Podría haberlo sospechado de otro

más dado a la autocomplacencia,

pero de usted, siempre al servicio de algo

siempre en los gritos de alguien...

la verdad que no me lo esperaba.


De usted, que medicó tantas veces

en patologías del alma

que consumió bolígrafos

en pro de la esperanza,

de usted y sus pupilas,

de su grave bigote,

de su punzante instancia

no me lo esperaba.


Si al menos hubiese anunciado:

−Oigan, me voy. Ahí quedan mis palabras.

Pero no. Hubo de marcharse ruin

de la noche a la mañana.


Ya le digo.

Hubiera sospechado de algún otro

inclinado a la escapada,

pero de usted, siempre en los huesos del mundo

siempre en la mano que allana...


De usted, que quemó las naves,

que lanzó botellas,

de usted y su Ángelus

y su Hagamos un trato

no me lo esperaba


Don Mario, no espere

−y con esto ya concluyo−

remisión o sucedáneos,

pero al menos un gesto le honra,

una humilde filigrana:

he visto que ha esparcido

versos por mi almohada.


P.D.: este náufrago necesita de vuestros comentarios para no perecer en su isla. Gracias.

9 comentarios:

francisco m. ortega dijo...

El poeta vive en sus versos. En los propios y en los ajenos.

Traiana dijo...

Sigo tu blog desde hace unos meses. Me alegro de que vuelvas a escribir.
Se entienden esos versos de desahogo, tranquilo, que no eres el único al que le ha llamado la poesía como expresión de un estado de ánimo ya exangüe.
Es entrañable ver la unión de un escritor y un lector en ciertas ocasiones, en una comunicación tan íntima y a veces tan impersonal como lo es la escrita.
Yo por mi parte, de Mario he leído El Porvenir de mi Pasado. ¿Existe algún título recomendado por este naúfrago apenado por la muerte?

Sigo esperando esas botellas, un saludo.

El lanzador de botellas dijo...

Francisco, es lo bueno de los poetas, que ellos mueren pero sus obras no.

Triana, me alegra mucho tu mensaje. Yo te recomiendo mucho una novelita preciosa que se llama "La tregua". De poemas cualquier cosa, aunque "Poemas de la oficina", "Quemar las naves" y "Poemas de otros" son un alimento básico. La relación entre el escritor y el lector es curiosa sí, porque rara vez toma dos direcciones. Salúdame al Buscador de Corazones, que echo de menos sus botellas.

BLQ dijo...

pues dejeme que le diga que me encantó su poema, se nota la sorpresa y la tristeza por una pérdida inesperada. Es fuerte y tiene cuerpo. No se ruborize por compartirlo con nosotros. Yo le doy las gracias por hacerlo.

5 meses ya, el tiempo pasa volando, aunque no sea nada original decir esto. Mario Benedetti también fue alguien para mi, también lo hecho de menos y creo recordar que escribí algo de él en el blog. Por suerte, al grandeza de gente como él es que siempre los podemos recordar, como bien dices, en nuestras bibliotecas.

saludos

el lanzador de botellas dijo...

Gracias, Eloi. Y no me llames de usted que apenas paso la veintena, jaja. ¿Será que escribo como un vejestorio? Un abrazo, y sigue tu lucha, que me enseña mucho.

Mari Carmen Caamaño dijo...

A mi me emocionó el poema, me gustó mucho. Justo el Lunes le hicieron un homenaje en mi pueblo dentro de los actos de la semana intercultural. Si soy sincera apenas habíamos 20 personas. Me parecieron pocas pero bueno... Se hizo un breve repaso por su vida y la gente recitó sus poemas.
Creo que a todos nos sorprendió su muerte, él, que parecia que nunca nos iba a dejar.

Fue un placer recoger tu botella.

el lanzador de botellas dijo...

Espero que no sea la última que recoges, Mari Carmen. Seguro que ese acto fue mucho más emotivo con 20 que con 200 personas, aunque no nos engañemos, es triste que siempre seamos cuatro gatos y uno esté porque huele a sardinas.

Deluz Films dijo...

Se van yendo los ilustres, unos detrás de otros. ¿Será porque ya han nacido otros? Quizás es porque empiezan a nacer nuevos poemas y nueva literatura. Esto sí que nunca muere.

El lanzador de botellas dijo...

Laura, no quiero excesos de existencialismo, pero los grandes se van yendo porque nosotros ya hace algún tiempo que nacimos.

Por supuesto que la literatura, como el arte en general, al ser un ser superior a nosotros, sí que es inmortal y resucita.

Besos.

P.D.: si eres la Laura que yo pienso, pronto veremos nacer tu publicación, ¿no?