África tiene un dolor ahogado, de pies descalzos y de travesías que va cogido al costado de una negra. Es un dolor tranquilo y lento, profundo y voraz. Ese dolor tiene un sonido de mirada seria y esperanzas de par en par, y se llama Salif Keita.
(Haz clic en la portada)
No hay comentarios:
Publicar un comentario