martes, 6 de mayo de 2008

Sin título (16/04/06)

Ahí va otro poema mío, más antiguo que matusalén, y es que odio a mi musa, que es tan inconstante o más que yo.

"Tenemos sed de poetas"
me cuentan mis manos
cargadas de espanto.
¿Acaso eres tú, bailona soledad
a la que un día amé
y vienes hoy a temblar
tras de mí?
La vida pesa infinitos kilos de podredumbre;
y tú, ¿dónde estás para ayudarme?
Sé que vuelvas.
¿Y los demás?
Huídos todos a sillones lejos.
Ya casi no volvais
con una estampa marchita.
Tampoco puedo anunciar
un festín de primaveras,
pero ya todos seremos.
¿Cuánto queda, papá?
Aquí queda, hijo. Empieza.
Pero ¡ay!, no pudo.


Un poema bastante obtuso, que apenas yo consigo descifrar al completo, pero es lo que ese día me dictó el agobio. Se aceptan (y requieren) interpretaciones por parte de los recogebotellas.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

creo que, con la pista del otro día, ya lo entiendo un poco mejor :)

Anónimo dijo...

A mí me trasmite algo de pesimismo, como una tristeza resignada. A lo mejor es una locura, pero me parece que habla un hombre que ya poco le queda que vivir. Tengo que releerlo más veces y comentarlo contigo. Me gusta.

un beso

"derivando latente en el éter, eternamente…"

El lanzador de botellas dijo...

¡¡Ehh!! No había visto vuestros comentarios. Bueno, lo de un hombre que le queda poco por vivir...el poema es mío, Laura, ese hombre soy yo y tengo 22 años, jajajaj. Lo que Sara sabe es que lo escribí cuando ella estaba en Irlanda, y me sentía un poco solo y agobiado por sentirme solo con la falta de tan sólo una persona. Me resultaba triste, y me di cuenta de que siempre estoy esperando a que llegue Godot, pero lo mismo nunca llega y va siendo hora de pasar a la acción.

Besos

Anónimo dijo...

jajaja, vale... Ahora lo pillo. Lo de el padre y el hijo me despistó :P