lunes, 2 de junio de 2008

Los lunes y Octavio Paz

Hoy es lunes, enervante, patoso, lánguido, decepcionante, hiriente y tóxico lunes. La causa del lunes suele estar, al menos en mi caso, en la fatídica noche del domingo, que ha sido justamente como Octavio Paz relata aquí abajo

TRABAJOS DEL POETA
VIII

ME TIENDO en la cama pero no puedo dormir. Mis ojos giran en el centro de un cuarto negro, en donde todo duerme con ese dormir final y desamparado con un que duermen los objetos cuyos dueños se han muerto o se han ido de pronto y para siempre, sueño obtuso de objeto entregado a su propia pesadez inanimada, sin calor de mano que lo acaricie o lo pula. Mis ojos palpan inútilmente el ropero, la silla, la mesa, objetos que me deben la vida pero que se niegan a reconocerme y compartir conmigo estas horas. Me quedo quieto en medio de la gran explanada egipcia. Pirámides y conos de sombra me fingen una inmortalidad de momia. Nunca podré levantarme. Nunca será otro día. Estoy muerto. Estoy vivo. No estoy aquí. Nunca me he movido de este lecho. Jamás podré levantarme. Soy una plaza donde te embisto capas ilusorias que me tienden toreros enlutados. Don Tancredo se yergue en el centro, relámpago de yeso. Lo ataco, mas cuando estoy apunto de derribarlo siempre hay alguien que llega al quite. Embisto de nuevo, bajo la rechifla de mis labios inmensos, que ocupan todos los tendidos. Ah, nunca acabo de matar al toro, nunca acabo de ser arrastrado por esas mulas tristes que dan vueltas y vueltas al ruedo, bajo el ala fría de ese silbido que decapita la tarde como una navaja inexorable. Me incorporo: apenas es la una. Me estiro, mis pies salen de mi cuarto, mi cabeza horada las paredes. Me extiendo por lo inmenso como las raíces de un árbol. sagrado, como la música, como el mar. La noche se llena de patas, dientes, garras, ventosas. ¿Cómo defender este cuerpo demasiado grande? ¿Qué harán, a kilómetros de distancia, los dedos de mis pies, los de mis manos, mis orejas? Me encojo lentamente. Cruje la cama, cruje mi esqueleto, rechinan los goznes del mundo. Muros, excavaciones, marchas forzadas sobre la inmensidad de un espejo, velas nocturnas, altos y jadeos a la orilla de un pozo cegado. Zumba el enjambre de engendros. Copulan coplas cojas. ¡Tambores en mi vientre y un rumor apagado de caballos que se hunden en la arena de mi pecho! Me repliego. Entro en mí por mi oreja izquierda. Mis pasos retumban en el abandono de mi cráneo, alumbrado sólo por una constelación granate. Recorro a tientas el enorme salón desmantelado. Puertas tapiadas, ventanas ciegas. Penosamente, a rastras, salgo por mi oreja derecha a la luz engañosa de las cuatro y media de la mañana. Oigo los pasos quedos de la madrugada que se insinúa por las rendijas, muchacha flaca y perversa que arroja una carta llena de insidias y calumnias. Las cuatro y treinta, las cuatro y treinta, las cuatro y treinta. El día se me echa encima con su sentencia: habrá que levantarse y afrontar el trabajo diario, los saludos matinales, las sonrisas torcidas, los amores en lechos de agujas, las penas y las diversiones que dejan cicatrices imborrables. y todo sin haber reposado un instante, pues ahora que estoy muerto de sueño y cierro los ojos pesadamente, el reloj me llama: son las ocho, ya es hora.


Gracias que al amanecer me encontré varios rizos por ahí desperdigados que me animaron un poco el comienzo

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué grande Octavio Paz!

A mí esas noches que cuenta me recuerdan a las larguísimas y calurosas de verano, las que ya van a estar aquí, y donde el delirio es el protagonista.

Sí, necesito (necesitamos) vacaciones.

El lanzador de botellas dijo...

¡Laurita! ¡Qué de tiempo que no nos vemos! Sólo coincidimos en rojo, jaja.

Tranquila, ya mismo podremos arreglar esas noches esperando a que entre el sueño con un tintito de verano en las Sirenas.

Besos

Maga dijo...

Octavio Paz. Me agrada la estética de sus obras y lo certero de sus comentarios.
Hace un par de días terminé " El laberinto de la soledad", de ahí saqué la siguiente frase que quiero compartir contigo " ...el vértigo lúcido del suicida ante el abismo"
Besos